Por Germán Leonardo Fernández P.
Enero 5 de 2018
Juan Papanatas, como lo bautizó mi colega Julcas, no solo descubre el agua tibia, con aquello de que estamos enfermos en la psique, sino que hace saltar a los orates de siempre, en torno a los temas del país nacional.
Por un lado, no es un tema colombiano, es global, o pregunten en el
vecindario (el universo y la universa de Maduro y sus venezolanos; El caos de
Lenin y sus amigos-enemigos; PPK y su orto herido por el mástil viril de
Odebrech… o España…USA…Puttin reelecto… Mugabe… ISIS…), pero para efectos
“reales”, vamos a la genética nacional.
Muchos vestimos de autoengaño la famosa paz, aunque en el fondo no
podíamos esconder en nuestras almas y diálogos interiores las verdades, basadas en los hechos. Las “Far”, hato
de ignorantes y también de inteligentes y hábiles hampones, no iban a entregar
un negocio de millones de dólares por mes, ni la infraestructura de sus
oscuridades. Como lo prueban los informes locales y globales luego de un año de
“la Paz”… Por eso hoy nadamos en la piscina de mierda que es la coca.
Un acuerdo donde el punto uno era darle oportunidad a los pobres del
campo…. A ver, a ver… de cuando acá, el sistema que ha sodomizado con aires
esclavistas a estas gentes iba a permitir un mundo sin aquel vicio… Eso no iba
a pasar, no pasa, y no pasará.
Como este mismo opinador lo pronosticó hace 8 años, la única garantía
con Santos es la traición. Así como está garantizado que con Uribe sólo hay
apertura de las puertas del infierno y de todos los pecados del estado
corrupto, asesino y protervo. Dos pólizas de garantía que siguen vivas hacia lo
venidero… porque no se necesita a Santos o a Uribe, ellos son sólo los dos más
que marcaron el turno en el reloj de nuestra historia patria. Ahí ya están los
otros y sus hijos y sus nietos y sus amigos y su rosca…
Y en el medio de todo, el monstruo de los matices, subyugado por el
moderno imperio del egoísmo avivado por el mileinalismo y sus redes… sociales.
(“solo yo tengo la razón y todos deben seguirme”).
El monstruo perverso de Farsolandia, ese que habita en cada
abstencionista y en cada votante levanta sus alas, como el ángel de la muerte,
para quejarse, recriminar y desacreditar… y si no lo cree, siga leyéndome a mí,
que soy de los votantes…
Que el país se jodió en 1810, cuando los oligarcas locales le robaron al Rey sus tierras y posesiones... y usaron a los campesinos, como ahora o como siempre, como idiotas útiles… No, esa fue solo la fertilización de lo que somos y ya éramos.
Que todo se torció cuando luego del indulto y el proceso de paz el sistema aniquiló uno por uno a las Guerrillas del Llano y a Guadalupe Salcedo….No, eso ya eran frutos de la misma mata vieja.
Que la culpa es de los caníbales Caribes que aniquilaron pueblos de
Muiscas atarantados, tampoco… eso de lo que hablo, ya venía en la sangre que se
cultiva en este trópico.
Que fue la mezcla de aquel indio -malo y asesino que erradicó pueblos
enteros, matando niños, mujeres y guerreros- con el español surgido de la
cloaca social que mandó Su Majestad a conquistar el Nuevo Mundo y al que la
naturaleza irresponsable le sumó al negro africano, esclavizado, resentido,
mutilado y no menos nefario que sus otros dos co-ingredientes de nuestra
consciencia nacional… Bueno, quizás tampoco, pero sí es el alimento que no ha
terminado de saciar (Y ese ha sido el nutriente de nuestro discernimiento…) lo
que somos: odio, resentimiento, venganza, mentira… o… cómo somos un país muy
feliz, sino es por la capacidad de mentirnos.
Nuestra historia de bondad o construcción de tejido social real existe.
Que hay gente buena, mucha; pero no es la mayoría. Lo bueno que pasa en
Farsolandia ha sido insipiente al compararlo con el país de Mosquera y Obando,
de Ospina y su bogotazo, del contubernio del Frente Nacional, del Pastrana
inane, del Samper-8 mil, de Uribe falso positivo o Juan Papanatas, las Farc y
sus engaños. Este sigue siendo el universo de las BACRIM, de los evasores que
maman de los asalariados, de los corruptos invencibles, de la vecina hija de
puta que deja que el niño haga cuanta cagada se le ocurra en el vecindario… Ese
que nunca ha abandonado el odio, que se aferra tanto, tanto, que no sabe vivir
sin él. Ese que basado en los hechos
se hizo adicto al miedo y siente nostalgia
de guerra, porque no se halla sin ella; nunca nos enseñaron a no hacerlo.
No, no somos enfermos mentales, solo somos nuestra historia. La prueba es que
votaremos una vez más por el menos malo, simplemente para que no suba el otro,
al que odiamos.
Los buenos no se preocupen, seguirán sus vidas blancas en medio de esto
llamado patria.