sábado, 14 de junio de 2008

Satanás manoseado por los Santos

Satanás interpuso una acción de tutela ante la Suprema Corte del Fraude. El diablo se quejó de los atropellos recibidos contra la libertad de repartir chismes, tarea estrictamente maléfica.

El demonio reclamó airado. No soportó que la vanagloria de la infidencia periodística sea el placer de Juan Manuel cuando a él le toca cargar el zancarrón putrefacto del criminal y su caterva de asesinos montaraces.

El ministro de los Santos adulteró el apellido. Le regaló la noticia “bomba” al medio que dirige el sobrino para que vendiera publicidad con revistas. La conducta marrullera evoca el poema Por eso, declamado por el Indio Duarte, cuando recitó: “…Que a los hombres como usted no los quiere ni el infierno…”.

El funcionario alborotó la gehena cuando soltó el dato de la muerte del achacoso animal de monte. Las sombras caídas se pusieron a gritar: “Exigimos ochos horas de tortura diaria, agua bendita para las bañeras de lava y aceite de aloe para las llagas eternas”. El motín de las Farc (Fulleros Atacados y Repelidos por el Culo) fue sofocado con pestilentes llamaradas. La plaga no pudo montar retenes en los pailones del inframundo.

El Maligno, en venganza contra el burócrata lambón, optó por subir hasta las placas tectónicas del generador de catástrofes morales y sacudirlas. El ángel caído intentó aniquilar el vientre que parió los pecados del abismo: Farsolandia.

La idea era acabar con el país de los delitos legales, pero me robaron el calendario, explicó Buziraco. “El 24 de mayo es el día de la Santísima Virgen en su advocación de María Auxiliadora. Ella los salvó del terremoto”, sentenció el Dueño del Mal.


Don Pateta ofreció mil perdones por el temblor, pero era necesario protestar contra el Gobierno de Uribe por la sobrecarga laboral.

El resto de la tarde la pasó azotando las jorobas y culpas de la horda zurda. Incluso redactó la carta de renuncia y la dejó en el buzón del Paraíso. La respuesta fue inmediata: “Mefistófeles usted escogió a Pedro Marín, alias Tirofijo, y no a san Pedro. El tiro le salió por la culata”.

La diligencia celeste se perdió porque con esa cáfila de bestias hediondas se santifica la maldad. La ralea de comunistas desteñidos se limpió el trasero con el Manual de la demonolatría, presentó una reforma constitucional al código 666 de la demonología y perjuró sobre el libreto de la demonomanía.

Además, Satán no le perdonó a los forajidos el haber envenado con sus salivas apestosas a Cancerbero. El fiel perro, de tres cabezas, murió maldiciendo a Chávez, Correa y Castro por apoyar a las Farc en sus tareas de antropología social selvática.

El problema grave para el estigio radicó en las hechiceras prepagadas. Hay docenas de diablesas preñadas y los tinieblos se volvieron acérrimos defensores de la vida en el demontre.

Lo infame de este repulsivo delito es que los perversos jueces Eaco, Radamante y Minos se niegan a juzgar a la maldición colombiana. Los machos cabríos consideran que la malicia nacional supera en conocimientos a sus argucias penales.

Sin embargo, la cosa se puso color de hades. Los insurgentes usaron las autopistas del erebo para evacuar sus fétidos meados y no faltó el canalla que escribió en las murallas averno con hache.

La justicia endiablada los condenó a trabajos forzados por cinco perpetuidades consecutivas. La apelación se fue a casación y el Padre de la Mentira enfermó de colombianistis aguda.

La respuesta de los invasores, ante la gabela judicial, fue la de dinamitar las represas del Leteo, el río del olvido. Al río Cocito, formado de lágrimas, lo contaminaron con sus risas de hienas y las orillas del río Estix lo dejaron sembrado con “sombreros chinos”.

Los condenados en el orco pensaron que las mentiras piadosas de Marulanda Vélez eran bienvenidas. La ira diabólica se desató contra los engendros del embuste. Los hijos de Caín fueron lavados con gasolina de paraco. Los quemaron a perpetuidad e individualmente porque los hijueputas volaron el oleoducto que abastecía a la capital del infierno, el Pandemonio.

El Señor de las Tinieblas por poco llama al Arcángel San Miguel para que lo ayudara a sancochar a los parricidas de Colombia.

Belcebú quiso destruir a Farsolandia y renunciar al tedioso oficio de juzgar a sus bastardos. Él se quejó porque no entendió el porqué violaron el Pacto del Caguán si era tan legal como una moneda de cuero de canguro.

Las consecuencias son extremas. La oscuridad tiene paramilitares que contrabandean parlamentarios y guerrilleros que ingieren a Marx con bóxer. Ellos tienen su bufete de abogados que redactan derechos de petición para el Tribunal Karmico. El objetivo es librarse de los expresidentes coprófagos que prometen un acuerdo de paz ajustado al orden democrático y legal del báratro.

En síntesis, Lucifer necesita afiliación a una EPS (Entidad Productora de Sapos) para evaluación siquiátrica porque los Santos le robaron la chiva.