viernes, 20 de julio de 2018

Las asentaderas untadas de Mockus


                           

El Antanas, mezcla rara de payaso y guaricha de feria, piensa y habla con el culo.

La despreciable criatura, injerto defectuoso del comunistoide amamertado, le puso sus posaderas al fotógrafo de turno. La conducta esquizofrénica, propia de una cabaretera ebria, indicó un retorno al primitivo encanto de la negación neuronal. El saltimbanqui de lupanar, cuyo extinguido sistema de pensamiento solo procesa el primer acto prosaico de las cucarachas, la cagarruta, volvió a su estercolero político.

La radiografía moral de su vacío es clara. Solo muestra un sieso sucio.

Pobre pisco, como dirían los cachifos de antaño, porque sus pálidas y decrepitas nalgas merecen un castigo digno del furor persa de don Jerjes, el que mando a azotar el Helesponto.

Aquí solo habrá memes, asco y un registro mundial de burlas contra el orate suelto en el Congreso de Farsolandia, la del culo pelado.

Lo grave del grotesco asunto de las asentaderas es que se convertirá en un ano de recto orificio legislativo. La zona oscura del parlamentario indicará la ruta de su democracia.

La grosería de su asquerosa gesta anal seguramente encontrará un fabricante de papel higiénico que patrocine sus discursos de esfínter atrofiado.

Quiera Vulcano mandar fuego sobre el trasero del mequetrefe cuyo mayor signo de comunicación es una cloaca pútrida como su andante estupidez…
En su defecto se suplica que alguna autoridad competente lo abofetee con furia escuelera, es decir que le zampen una nalgada para que le duela la cabeza.

Triste y criminal episodio el del ful-ano.