lunes, 21 de julio de 2008

Solución académica


Los bochinches chusmeros de la universidad pública tienen remedio. La solución surgió de la sofocante humareda del motín urbano.

El 17 de junio de 2008 terroristas encapuchados lanzaban papas explosivas contra una varada tanqueta de la Policía. La trifulca se desarrollaba con la monotonía de los picapedreros. La calle 26, al occidente de la carrera 36, servía de escenario a la inútil pedrea. El Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) repelía a los anarquistas drogados que vociferaban arengas de revendedoras culecas.

El espectáculo de la decadencia fue interrumpido en su secuencia atroz por el pasar sereno de un transeúnte. El personaje tenía un compromiso en un edificio que mira hacia el potrero universitario donde pastan cuadrúpedos y otros estudiantes. La maniobra la contemplaron dos veteranos de Vietnam. Los viejos soldados salieron al encuentro del despreocupado andariego para alejarlo del lacrimoso lugar.

El rescatado consideró prudente invitarlos a un sitio seguro para conversar. La charla, amena y franca, evolucionó hacia un punto feliz donde un ex boina verde plateó una opción muy aplomada.

El ranger habló sobre francotiradores y sus fusiles de precisión. El paladín recitó con propiedad una cátedra de cinegética en la urbe: “El calibre más adecuado para este tipo de misión es el 7,62x51 (308 Winchester). El rendimiento es óptimo y su precisión acreditada a 300 m. es ideal para volar cabezas inútiles”, recalcó el héroe con salomónica virtud.

La solución académica quedó expuesta.

La nitidez conceptual de su conciencia superior le aplaudía la maravillosa idea. Sólo le atosigaban las consecuencias del pedagógico escándalo.

En ese punto entró la razón de la Historia para santificarle el deber ciudadano. “El video de la Efervescencia y la Cerveza se usa para casos de control político extremo”, señaló el salvado de la lapidación. Se miraron aterrados y dijeron: “Tenga usted la gentileza de ilustrarnos”. Si sus tiradores hacen que la masacre de Tiananmen parezca un parque de diversiones deben aplicar el Libreto UP. ¿Libreto qué? El que le escribieron a la Unión Patriótica.

El interpelado les recordó el guión de la tragicomedia nacional usada por los titiriteros. Los ventrílocuos dirán con voz enérgica y compungida lo siguiente: Primer acto.

El presidente de la República: “Repudiamos el hecho que atenta contra la legitimidad de las instituciones democráticas”.

El Ministro de Defensa: La tenebrosa acción es obra de fuerzas oscuras que intenta desestabilizar el sistema de Gobierno. Condenamos enérgicamente lo sucedido”.

El Ministro del Interior: “Es una acción lamentable que no volverá a ocurrir. A los culpables les caerá todo el peso de la ley”.

La Fiscalía General: “Haremos una investigación exhaustiva que llevaremos hasta sus últimas consecuencias. Ya compulsamos copias al CTI”.

El Director Nacional de la Policía: “Tenemos los retratos de hablados de los encapuchados. El comando general ofrece cien millones de pesos de recompensa para quien dé información sobre los responsables de la hecatombe”.


El reportero lambón: “Sí, en este momento el general entrega información de última hora”. Mete el micrófono entre un montón de grabadoras y se escucha: “Se ofrecen diez millones de pesos de recompensa para quien dé información sobre una volqueta que se robaron del Ministerio de Obras Públicas”.

Segundo acto. Marcha callejera.

Los grupúsculos de andróginos, con indumentaria gringa, cargan ataúdes de utilería. Los saltimbanquis Nueva Era, los maromeros de Fontibón y los teatreros de la Candelaria los escoltan con pancartas y pitos. La turba sudorosa brama guturalmente la consigna del fracaso: “El pueblo, unido, jamás será vencido. El pueblo, unido, jamás será vencido”. El sonsonete afónico se lo traga el ruido del tráfico. El piquete de Policía los escolta para moler a palos el libre derecho a la protesta.

Tercer acto. Los badulaques ponzoñosos escriben grafitos con perversa ortografía, pegan los mocos en las vitrinas de los bancos y raspan las columnas del Capitolio para obtener arena que mezclan con el bazuco. El tumulto, horrendo y amorfo, se trasladan al Cementerio del Sur.

El noticiero vespertino muestra a una señora regordeta aferrada al ataúd. La víctima emite quejidos prehistóricos. El pavoroso aullido aumenta ante la cámara de TV. Detrás del periodista se escucha el corito de los intrépidos: “El Estado los mató, el Estado los mató”.

Cuarto acto. La ONG (Organización Nuevo Gemido) y los marxistas de cabestro realizan una jornada cívica por la vida. El gentío coloca centenares de velas encendidas en la Plaza Mayor, pintan palomas verdes y embadurnan sus manos con pinturas cromáticas. Las baldosas quedan untadas de repulsivas manchas abstractas.

Los líderes de la protesta ponen cara de celestina en reflexión platónica. Cuando atisban la televisora cambian de careta y dicen: “No más muertos. Queremos la verdad. De aquí no nos moveremos hasta que el Gobierno nos entregue a los culpables”.

La respuesta es climática. Cae un torrencial aguacero con granizo y encima les llueve bolillo. Una hora después, los zuros vuelven a defecar sobre los carteles dejados en el piso. Fin de la mascarada.

Quinto acto. El primer aniversario de la matanza en el establo universitario es recordado en la Plaza de Bolívar. Pañuelos blancos, arengas del partido de izquierda, canciones de Silvio Rodríguez y marcha sindical por el derecho salarial al olvido.

El periódico liberal publica en primera plana la foto de una niña acurrucada que intenta encender un cebo sobre el dibujo de un ave. El pie de foto reza: “El país construye la paz con esperanza”. El original reportero gráfico es galardonado con el Premio Nacional de Fotografía.

Sexto acto. Habla el pontífice de la pelota cuadrada: “…La Selección Fracaso de Fútbol fue goleada de local. Para clasificar al repechaje se necesita que el onceno nacional le meta cinco a Paraguay, que juega de local. Que Argentina y Uruguay no empaten. Argentina no le puede ganar por más de un gol a Uruguay. Además, Brasil debe perder nueve cero con Bolivia…”.

En el calor de la transmisión, el ego del micrófono vocifera: “…El que pierde la fe, lo pierde lo todo. Qué partidos nos tocan…” Carraspea con un gargajo atorado… y gol de Paraguay.

Séptimo acto. El libreto queda listo para el próximo levantamiento estudiantil en favor de la amnesia. El acto se cancela por falta de las memorias escritas. Nadie arroja la primera piedra porque ninguno está libre de pecado.