viernes, 7 de noviembre de 2014

La alcaldada de Gales




El alcalde de Cartagena de Indias, sujeto diseñado para la ignominia del olvido, logró demostrar con su monumento a la derrota de Vernon una pasión por la esclavitud.

Él cargó sobre su espalda de ilota las cadenas de la infamia opresora de su formidable miseria. Se degradó de la iniquidad babosa del reptil hasta la ruin guarida de la frivolidad, en grotesca  bajeza de cortesana. Su sombra nefasta fue iluminada por la oscuridad del escándalo.

Él el tirano hambriento se alimentó de hinojos ante el enjuto dúo de los adúlteros, descendientes de sepulcros y piratas.  Escándalo  incorregible del vergonzoso defecto de la demagogia.

Síntesis de la ley del déspota. Impulso negativo del sórdido verdugo de la Historia.

A usted, pobre títere emasculado, Colombia le niega el derecho sublime de cantar el Himno Nacional en su estrofa de heroica memoria:

“…A orillas del Caribe
hambriento un pueblo lucha,
horrores prefiriendo
a pérfida salud.
¡Oh, sí! De Cartagena
la abnegación es mucha,
y escombros de la muerte
desprecia su virtud…”

Señor pasajero de la abyecta tempestad mediática reciba mi salivazo de tinta sobre su rostro de sabandija.