martes, 4 de octubre de 2016

Los sujetos de moral restringida


El NO al plebiscito fue un falso positivo de Santos a las Farc.

La paupérrima Farsolandia aún no sabe que pueblo la atropelló. La bandera del ridículo ondea sobre el asta del fracaso, único escudo capaz de enarbolar su mediocridad vergonzosa.

Por orden de reparto, los actores de la cobardía feroz fueron:  

Juanpapanatas, el mayordomo de la decadencia, no ahorró mermelada electoral para untar conciencias de doble servicio en la cocina de la Casa de Rapiño. La torta de su delito lo indigestó.

Los encuestadores, diseñadores de la mentira, deberían tomar un curso de pitonisas porque sus vísceras de mercenarios hieden a sapos destazados.

Los periodistas de los medios prepagados deberían tomar clases de actuación. El cambio rápido de una máscara no debe mostrar la cara de granujas asombrados. Se les cayó el libreto y cual títeres manoseados por un ventrílocuo ebrio por inhumana democracia improvisaron un elogio a la miseria.

Los asesores jurídicos, las eminencias grises del soborno, con su habitual ignorancia sobre jurisprudencia se quedaron balbuceando incoherencias de cadáveres ideológicos sobre la sepultura de sus códigos adulterados por la gusanera de sus babazas.

Y los jóvenes, de llantos y gritos tricolores, armaron berrinche de gomelos en una comedia donde la estúpida banalidad logró un punto aparte en los renglones del flagelo de las alcahuetas contra la voracidad de la civilización.

Tiranos de Farsolandia, por caridad con las rameras de la Calle no más conspiraciones políticas entre sicarios y payasos.