miércoles, 2 de septiembre de 2015

La victoria de la patraña



Malos días, Farsolandia.


Se te saluda con el horror en el semblante. Es tan infame tu vestimenta de guaricha muisca que ya no te llamaré por el vil apodo catastral denominado lote. Ese mote lo merece tu histérica vecina, la hija de un forajido conocido con el alías de “bolívar” con minúscula. 



Tan minúsculo como los esfuerzos internacionales de tu cancillería.  Ella pretendía que el enano burocrático del Tercer Mundo, cuya sigla se asemeja a una porra de bastoneras: “OEA”, votara en tu favor después de haberle metido al continente, por el garaje de Unasur, al elefante Samper.



Si no fueras tan despreciablemente zorra y sorda escucharías mi sonora carcajada. 



Tú, ya no mereces mi insulto porque sigues ahí parada en la esquina de Suramérica cual meretriz a la espera del silbido del proxeneta. Deseas yacer con el delito en la covacha del Congreso.



Sí, la síntesis de tu desgracia vive en la frontera. Tu democracia del soborno colapsó y del paupérrimo burdel de tus linderos se expulsó a tus hijastros como a una plaga sin antídoto. Lo triste de esa conspiración del enemigo es el insulto doctrinario de tus sofismas institucionales. De aquí fueron desterrados por terroristas y de allá los desarraigan por paramilitares.



El embuste está servido en la mesa de tus cubanas convulsiones de pacifista en guerra por obtener el galardón de la vileza.


Y sobre la vergüenza eterna, tú, vieja mañosa, pretendes que los habitantes de la infernal patria del delito se rasguen los bolsillos para mantener a los exiliados por la tramoya.


No exageres con la vulgar comedia de tus crímenes que puedes matar a la gallina de las huevas de oro.



Basta ya de ordenarle a tus independientes informativos de farándula enfocar el mismo hormiguero de gentes encorvadas trasteando cachivaches por entre un río contaminado de imágenes sensacionalistas.



Y te pregunto, ¿no fueron acaso ellos, los intrépidos medios, los que en sus informes especiales mostraron a los pimpineros, los contrabandistas, los extorsionistas, los guerrilleros, los violadores, los políticos, los sicarios, los narcos y demás representantes del hampa nacional en su invasión sistemática a las dehesas venezolanas?



No te atragantes con la respuesta. Claro, se te borró el casete.



Tranquila, solo pasa a la sección de deportes. Muestra con furor patriótico la indomabilidad de tu destino civilizador. Presenta al atleta esclavo, vendido por los argentinos al fútbol europeo. Él hizo un gol en la derrota de su equipo. Es la triste debacle la que te estremece. Es el repudio al pudor, en medio de una gresca a pico de botella y baranda de juzgado, tu nacionalidad. Eres la totalidad de un ente caduco entre una gresca de bandoleros… 



Farsolandia, no me mires con ojos de taimado malandrín.



Estás en elecciones y necesitas con urgencia manifiesta que la película de tus depredadores cambie de lente. No te asustes, que no te sacaré los cueros al sol. Existes entre las urnas de un cementerio y debes guardar las apariencias de tu sepultura.



Promete lo de siempre: “Un cambio radical para empeorar”. Es la única razón firme en tus convicciones de bestia sarnosa. Necesitas, como las hienas, de la carroña para poder reírte de tus víctimas, despresadas y exiliadas.