viernes, 7 de julio de 2017

Colombia, leprocomio sin cura



Amigos, ¿cómo le explico a mi confesor que no puedo dejar de  vociferar contra la miserable pantomima gubernamental adiestrado por el delito para ejercer la mentira?

¿Cómo le hago entender que la doctrina social de la Iglesia  rechaza al comunismo? ¿Será que la carta encíclica Divini Redemptoris del sumo pontífice Pío XI sobre el comunismo ateo perdió su fascinante vigencia? (1937)

¿Qué le digo al médico?, si sufro de una variable editorial de la   Hipopotomonstrosesquipedaliofobia (temor a las palabras grandes) que me da nauseas incontenibles de devolver atenciones encima de Juanhampa.

No puedo comprender como el fiscal anticorrupción está preso por corrupto… San Pablo Morillo, mi más amado Pacificador, tú el gran humanista decimonónico resucita porque tu patria clama la benevolencia de tu paternal presencia...

Ni siquiera intento imaginar cómo hizo un delincuente contumaz para oficiar como obispo católico en las instalaciones del Icetex, durante más de seis meses.

Y el mal empeora. Los recursos del Estado fueron despilfarrados atendiendo al beato Timochueko mientras los pensionados reciben un acetaminofén para curarlos de una cardiopatía severa.

Por último, tengo una gragea atragantada en el alma. El santo padre Francisco no visitará el Santuario Mariano Nacional de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá porque las directivas de la Conferencia Episcopal Colombiana están convencidas de que el “mamertismo comunistoide” es parte del Evangelio de Cristo.

Doctor, ¿hay algún remedio contra el suicido histórico y moral?