miércoles, 19 de marzo de 2008

las falacias del bochinche


¿De cuándo acá?, se somete la virilidad yanqui al escarnio público, caray. No hay derecho, ala, a que la rústica barahúnda amarillista ponga en la picota al protomacho Eliot Spitzer, ex gobernador de Nueva York. Es el colmo acusarlo de escándalo sexual cuando el problema es una minucia de la odiosa banca judía. El sistema monetario detectó un desvío financiero y montó la de Los infiltrados. Los banqueros se olvidaron del democrático derecho a sustentar la vida laboral de la Gran Manzana.

Nueva York no se ruboriza por el frenético apareamiento del Alguacil de Wall Street y Ashley Alexandra Dupre (Kristen). Lo prueba la gran ramera francesa que ilumina con su antorcha el sendero del lenocinio. Me refiero a la muy casquivana estatua de la Libertad, declarada Patrimonio de la Humanidad. Sus descarriadas hijas también son patrimonio de la humanidad, pero masculina.

Lo rescatable del adulterio es la cátedra de señorío dictada por doña Silda, la esposa del hidalgo de bragueta. La dama merece mil aplausos de pie. Las colombianas deberían aprender de la matrona y su serena testa coronada por el patrón. La señora enseña que un acto de infidelidad comercial no debe generar una vendetta familiar donde los hijos son la munición. Nada de comisarías de familia y conato de alharaca parroquial dominguera. Nada de alianzas moza-novia-esposa en un triunvirato cocinero contra el santo prestigio varonil. Ella apoya el atávico derecho de pernada.
En estas latitudes, de hojarasca tropical, un pequeño desliz incita a las féminas cornúpetas a la emasculación del cónyuge con tijeretazo nocturno. No contentas con desatar una trifulca de pirañas en banquete de capibara contratan los servicios fúnebres de un sicario de comuna paisa.

Le agregan a su receta feminista demanda por alimentos, divorcio en juzgado penal y la maldición gitana. Además, buscan un amancebamiento formal con algún pariente del esposo en primer grado de consaguinidad. Su furibunda histeria envía sufragios, en estilo rap-rococo, escrito con perversa ortografía de suegra sediciosa.
Lo maravilloso del affaire neoyorquino fueron sus resultados, altamente motivadores. El asunto estimuló la fuga de siete futbolistas cubanos del torneo Preolímpico Sub-23, en la ciudad de Tampa (Florida).
Los héroes-desertores (maravillosa contradicción) Manuel Miranda, Erlys García, Yenier Bermúdez, Yornady Álvarez, Loanny Cartaya, Yenry Díaz y Eder Roldán merecen acostarse con la fulana de la antorcha por cuenta de mister Spitzer.
Los atletas se cansaron de la opulenta vida en el Edén comunista donde manan ríos de hambre. Ellos decidieron, por su condición de lactantes, ser hijos adoptivos de Playboy. La bienvenida, a la tierra de Búfalo Bill, les otorgará una ceremonia de bautismo con dólares y nombres decentes al estilo George Patton. En fin, deseo que el país de la ley Patriot Act los libre del mamertismo y los convierta al macartismo.
Así no tendrán que sufrir la enfermedad de las amnésicas trapisondas latinas. Mal que contaminó al Ecuador. El ministro de Defensa, Wellington Sandoval, señaló en rueda de prensa: “Ninguna autoridad, ni el Gobierno ni menos aún las Fuerzas Armadas, han tenido relación con las Farc, no la tienen y no la tendrán.

La posición fue apoyada por la ministra de Relaciones Exteriores, María Isabel Salvador: “Ecuador no es un santuario de las Farc”. La funcionaria añadió: “Que el país lucha con sus propios medios para rechazar y repeler la presencia de grupos irregulares en su territorio”. Los dos cuentachistes serán invitados al programa Sábados Felices con todos los gastos pagos.
Al seguir esa línea de pensamiento retiro mis disculpas por el juego pirotécnico del primero de marzo porque nunca existió.
Nunca existieron terroristas mexicanos en aquel nefasto cambuche. Eso grita un desorientado cachifo contra el Gobierno colombiano en ciudad de México.

El desgalamido exige al Gobierno mexicano que suspenda las relaciones diplomáticas con Colombia e inicie una demanda contra la Nación agresora por la muerte de los jóvenes y pida una compensación económica para sus familiares.

¡Pobrecitos los angelitos! Los neófitos del crimen resultaron ser mártires del trabajo social selvático. Mis cuates deberían estar muy agradecidos porque Farsolandia los libró de un virus infectocontagioso llamado gonococia de camarada.

Suena muy bonito vociferar consignas zapatistas frente a la embajada nacional. Pero no suena igual cuando una mina “quiebrapatas”, colocada en los campos patrios, mutila a un niño campesino. Si Huitzilopochtli se los cargó para el quinto pailón no fue porque eran seminaristas en paseo espiritual bajo régimen jesuita. Los aprendices del horror murieron en su aula: El cubil de un genocida.

Por algarabías de ese tipo fue que mi general Pershing invadió a México en 1916. No jodan con el sheriff…


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